Nuestro Puerto Rico del Alma

Una vida no es fuerte sino cuando se ha consagrado a conquistar su ideal por sencillo que sea. Eugenio María de Hostos.

jueves, 14 de julio de 2011

Oscar López Rivera




Oscar López Rivera


Oscar López Rivera Oscar nace en San Sebastián pero sus padres, en un intento por escapar de la pobreza acá en el terruño isleño, cruzan el charco para encontrar en Chicago nuevas experiencias de explotación en un mundo totalmente extraño. Desde joven hace trabajo comunitario a favor de sus compatriotas maltratados. Lo reclutan para la Guerra de Vietnam. Es condecorado por su valentía. Regresa a Chicago para continuar luchando en contra del racismo y las miserables condiciones en que viven sus hermanos puertorriqueños. El dolor de la Patria se refleja en cada uno de sus hermanos marginados. Por momentos, los vietnamitas y los puertorriqueños parecen confundirse. Ante la palpable indiferencia de los políticos y las agencias de gobierno al dolor de su gente decide confrontar de manera más activa a es mundo oficial. Se une a un grupo clandestino, pero respetando en todo momento la condición humana. Es arrestado el 29 de mayo de 1981 y se le acusa de conspiración sediciosa: conspirar para derrocar por la fuerza la autoridad de los Estados Unidos sobre Puerto Rico. Es condenado a 70 años. Sentencia desproporcionada al compararse a las impuestas a los delincuentes que han cometido los crímenes más horrendos en los Estados Unidos. El encarcelamiento se convierte en el castigo del escarmiento: la privación sensorial, la reclusión en solitario indefinida, el registro al desnudo frecuente y la desarticulación del tiempo, entre otras imposiciones. Tienen una sola meta: volverlo loco a empujarlo al suicidio. La estrategia de la liquidación fracasa. Oscar vence. Lo sostiene la solidaridad sin fin de los que, desde afuera, comparten su dolor. La esperanza siempre presente, nunca perdida. Hoy, reclamamos de sus carceleros que pongan fin a las violaciones de sus derechos humanos. ¡Basta ya de encarcelamiento! ¡29 años son suficientes! Exigimos su regreso a la Patria que ansiosa lo espera para pueda disfrutar del abrazo permanente con su nieta, su hija y su familia puertorriqueña toda la cual honra su valor y sacrificio. ¡Oscar, tu nunca has estado ausente! Escríbele #87651-024 FCI Terre Haute PO Box 33 Firmantes a favor de la liberación de Oscar López Rivera
El Comisionado Residente de Puerto Rico en Wáshington, licenciado Pedro Pierluisi.
Los representantes puertorriqueños del Partido Demócrata en el Congreso de Estados Unidos, Luis Gutiérrez, de Illinois y Nydia Velásquez y José Serrano, de Nueva York.
La Federación de Alcaldes que agrupa a los alcaldes del Partido Nuevo Progresista (PNP), presidida por el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez Pérez.
La Asociación de Alcaldes que agrupa a los ejecutivos municipales del Partido Popular Democrático (PPD), que preside el alcalde de Comerío Josean Santiago.
El Concilio Ecuménico de Puerto Rico, que agrupa a todas las denominaciones religiosas en la Isla.
El Concilio de Iglesias Protestantes, que preside el reverendo Ángel Rivera.
Miles de boricuas aquí y en la diáspora.
En el 1999, luego de una fuerte campaña de años tanto en Puerto Rico, Estados Unidos y a nivel internacional, el entonces presidente Bill Clinton, firmó la excarcelación bajo palabra de 11 Prisioneros Políticos Puertorriqueños acusados del mismo delito que López Rivera, “conspiración sediciosa”, lo que es decir conspirar para derrocar el gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico. Clinton condicionó la excarcelación de Oscar a que cumpliera diez años más de prisión, es decir 30 años de encarcelamiento, los cuales se cumplen el próximo mes de mayo( 2011). El compatriota se negó a aceptar este acuerdo hasta que todos sus compañeros fueran liberados. También sin ninguna explicación en el 1999 el Presidente le negó la libertad condicionada a Carlos Alberto Torres. El año pasado Torres tuvo por derecho reglamentario a asistir ante la Junta de Libertad Bajo Palabra (JLBP) de Estados Unidos, la cual aprobó su excarcelación. ¿Por qué se niega ahora Estados Unidos a liberar a Oscar? Ayudanos a traerlo a casa Editorial Indulto para Oscar ahora El 29 de mayo de 2011 el prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera cumple 30 años de cárcel en Estados Unidos. Al igual que con los demás patriotas encarcelados antes y ahora, hasta sus propios captores reconocen que no se trata de un prisionero común; que sus actuaciones han sido regidas por una causa de conciencia que para él es más valiosa y trascendente que su propia libertad, e incluso que su propia vida: la causa de la independencia de Puerto Rico. El hecho de que haya habido, y aún haya, hombres y mujeres dispuestos a sufrir persecución, cárcel, torturas y hasta la muerte, por obtener la libertad para su pueblo, es algo que desafía toda lógica humana, y le confiere un carácter moralmente superior a esos hombres y mujeres dispuestos a tan alto sacrificio. Sólo la libertad puede convocar tal grado de compromiso vital. Para quienes han elegido ese camino, la libertad no se discute; se toma y se disfruta como derecho humano inalienable y fundamental. Ésa es la gran lección que nuestro pueblo ha recibido de sus patriotas y prisioneros políticos, a quienes Oscar López Rivera ha encarnado por 30 años de manera ejemplar. Su estatura y la de los demás combatientes por nuestra independencia nacional ha ido creciendo en el imaginario de nuestro pueblo, en la misma medida en que el gobierno estadounidense ha ido ensañándose contra él, y también contra los hermanos Avelino y Norberto González Claudio, como antes se ensañó contra Carlos Alberto Torres y sus demás compañeros y compañeras, y aún antes contra Lolita Lebrón y Oscar Collazo; contra Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores y Andrés Figueroa Cordero, entre muchos otros.

El caso de Oscar López Rivera es único por varias razones. Es el prisionero político puertorriqueño que más años consecutivos ha estado encarcelado en Estados Unidos, y probablemente es también el prisionero político más antiguo de nuestro hemisferio. Además, su larguísimo encierro es el producto de la lógica torcida de sus carceleros. Mientras el gobierno de Estados Unidos pretende dar lecciones de libertad, democracia y derechos humanos al resto del mundo, ha mantenido a Oscar López Rivera encarcelado por 30 años, negándole también, bajo las reglas del mismo sistema que tanto defienden, el derecho a la libertad bajo palabra y obligándole, en forma arbitraria e inhumana, a cumplir 12 años adicionales de condena.

El gobierno de Estados Unidos tiene una responsabilidad con Puerto Rico que, hasta este momento, se ha negado a cumplir. Aquí hubo una invasión de sus fuerzas armadas en 1898, por virtud de la cual nuestra nación fue intervenida militarmente y sojuzgado su derecho a decidir su destino político, situación que prevalece hasta nuestros días. Ése es el principal agravio por el que tienen que responder, y la razón por la cual los independentistas puertorriqueños llevamos una lucha que ya cumple 113 años, y durante la cual miles de puertorriqueños, entre ellos Oscar López Rivera, han pagado una enorme cuota de sacrificio.

En este momento, la salida de Oscar López Rivera de la cárcel depende de la decisión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien tiene en sus manos la oportunidad de emular a sus homólogos Jimmy Carter y Bill Clinton, e indultar al aguerrido boricua. Obama, el primer afronorteamericano en llegar a dicha posición, conoce por experiencia propia el difícil camino que hay que recorrer para vencer los prejuicios y la discriminación. Por eso, y por un sentido elemental de justicia y de juego limpio, es su deber excarcelar al prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera sin más dilación y devolverlo al seno de la Patria a la que pertenece y le ha ofrendado su vida. Pardon for Oscar Now
On May 29, 2001, Puerto Rican political prisoner Oscar López Rivera marks 30 years in prison in the United States. As was true with other imprisoned patriots before and now, even their jailers recognize that they aren’t common prisoners, that their conduct has been governed by a cause of conscience that for him is more valuable and transcendent than his own freedom, and even than his own life: the cause of the independence of Puerto Rico.
The fact that there have been, and still are, men and women disposed to suffer persecution, prison, torture and even death, to obtain freedom for their people, is something that challenges all human logic and confers a superior moral character on these men and women disposed to such a great sacrifice. Only freedom can convene such a degree of vital commitment. For those who have chosen this path, freedom isn’t discussed; it’s taken and enjoyed as an inalienable and fundamental human right. That is the great lesson that our people has received from its patriots and political prisoners, who Oscar López Rivera has embodied for 30 years in an exemplary way. His stature and that of the other combatants for our national independence has been growing in the imagination of our people, in the same way that the U.S. government has been mercilessly treating him, as well as the González Claudio brothers Avelino and Norberto, just as it was previously merciless with Carlos Alberto Torres and their other compañeros and compañeras, and even before as they were with Lolita Lebrón and Oscar Collazo; with Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores and Andrés Figueroa Cordero, among many others. The case of Oscar López Rivera is unique for several reasons. He is the Puerto Rican political prisoner who has served the longest time in prison in the United States, and is probably also the longest held political prisoner in our hemisphere. Additionally, his excessively lengthy imprisonment is the product of his jailers’ twisted logic. While the United States government claims to give lessons on freedom, democracy and human rights to the rest of the world, it has held Oscar López Rivera in prison for 30 years, denying him, under the rules of the very system it so staunchly defends, the right to parole and requiring him, in an arbitrary and inhumane way, to serve an additional 12 years in prison. The United States government has a responsibility to Puerto Rico which, to date, it has refused to fulfill. Their armed forces mounted an invasion here in 1898, by virtue of which our nation was militarily intervened and our right to decide our own political destiny subjugated — a situation that has lasted to date. That is the principal offense for which it must respond, and the reason for which Puerto Rican independentistas have waged a struggle for 113 years, and during which thousands of Puerto Ricans, Oscar López Rivera among them, have paid an enormous share of sacrifice. Now, Oscar López Rivera’s release from prison depends on the decision of the president of the United States, Barack Obama, who has in his hands the opportunity to emulate other U.S. presidents Jimmy Carter and Bill Clinton, and pardon the Puerto Rican veteran. Obama, first Afro-North American to achieve this position, knows by his own experience the difficult path that must be followed to overcome prejudice and discrimination. For this reason, and for an elemental sense of justice and fair play, it is his duty to release Puerto Rican political prisoner Oscar López Rivera without further delay, and return him to the heart of the Homeland he belongs to and to which he has offered his life.
Claridad salutes our patriot Oscar López Rivera, thanks him for his life-long valor and sacrifice, and reiterates that we will continue to be committed to achieving his freedom, sooner than later. We urge the broadest sectors of the Puerto Rican people to participate in this purpose of humane justice.
Unidad del pueblo para traer a Oscar a casa


Oscar López Rivera es mucho más que un prisionero político. Oscar López es un ser humano que siente y padece, como todos nosotros. Ya es tiempo de traerlo a casa.
Nuestro pueblo es noble y generoso. Y a pesar de estar dividido acerca de cómo debemos enfrentar el problema colonial que tanto oprime a esta Isla, existe un consenso general de que se debe cambiar ese sistema colonial. Muchos puertorriqueños –pienso que una gran mayoría de nosotros– está de acuerdo que el sistema colonial es injusto e inaceptable.

Y es precisamente esa convicción, ese compromiso con dar fin a la injusticia que es el colonialismo, junto a su amor por su gente y por su pueblo, lo que llevó a Oscar López a dedicar su vida a la lucha por sus principios, que incluye la independencia de Puerto Rico.

Siempre he pensado que para caminar hacia adelante como pueblo, debe existir la reconciliación entre los puertorriqueños. Debemos unirnos en todo aquello que podamos unirnos. Y pienso que no se puede avanzar en la ruta de la descolonización de Puerto Rico mientras tengamos personas en la cárcel por haber luchado contra el colonialismo.

Todos los 19 años que llevo sirviendo como miembro del Congreso representando al cuarto distrito de Illinois he dedicado tiempo y esfuerzos a lograr la excarcelación de los prisioneros políticos puertorriqueños. De los 15 prisioneros políticos puertorriqueños de Chicago que comenzaron a servir sentencias a finales de los años ‘70’s y principios de los ‘80’s y luego de treinta años en la cárcel, Oscar López es hoy el único que permanece encarcelado.

Ésta es una situación que debe tocarnos en lo más profundo de nuestros corazones y nuestra alma.

A los puertorriqueños nos disgusta el abuso y la injusticia, y no existen otras palabras para describir la situación de Oscar.

Caminando por el barrio de Chicago o por las calles de las ciudades, pueblos y campos de Puerto Rico he visto cómo gente común y corriente se acerca a los prisioneros políticos liberados y les abrazan, les estrechan sus manos, les expresan su aprecio y cariño.

He escuchado cuando personas les han relatado que bautizaron a una hija con el nombre de Alejandrina, ó Lucy, o Dylcia o a un hijo con el nombre de Elizam, Luis, ó Carlos Alberto, en honor a estos exprisioneros políticos. He visto las caras iluminadas, alegres y llenas de orgullo de algunos de estos niños y jóvenes así bautizados cuando conocen a estas personas en honor a quienes sus padres les dieron sus nombres.

Y he visto con gran alegría cómo estos compatriotas se han integrado a la vida, tanto a la vida de sus familias y sus amigos y de su pueblo, pero también a sus propias vidas, donde se envuelven en sus trabajos o sus talleres de arte o artesanías y a sus actividades libremente escogidas.

El pueblo puertorriqueño les ha recibido a todos con los brazos abiertos.

A todos, menos uno. Al que todavía mantienen injustamente en prisión.

A Oscar López.

A través de todos estos años, he tenido la oportunidad de visitar a Oscar en la prisión en muchas ocasiones.

He visto cómo su cuerpo comienza a mostrar el paso del tiempo.

Pero, también he visto cómo ante las peores adversidades, como cuando falleció Doña Mita, su señora madre, o su hermana Clara, en ambas ocasiones en que se le negó el derecho humano básico de asistir a sus entierros, a pesar de esto su espíritu se crece y se fortalece. A través de todos estos años he visto cómo su compromiso con su Patria y con su pueblo nunca ha dado la menor señal de debilitamiento o disminución.

De hecho, a Oscar lo convencieron amigos, familiares y compañeros de que saliendo Carlos Alberto Torres de la prisión aceptara participar de la audiencia para considerar su libertad condicional, o “Parole”.

Sencillamente, luego de 30 años de prisión, no tiene sentido que Oscar siga encarcelado.

Desafortunadamente, esta petición de libertad bajo palabra fue recientemente denegada de manera cruel e injusta. Oscar nunca fue acusado, y mucho menos encontrado culpable de hacerle daño a persona alguna. ¿Cómo es posible que veamos a asesinos, violadores, y traficantes de drogas salir de la cárcel luego de 5, 10 o 20 años, mientras mantienen a Oscar preso luego de servir 30 años?

Basta pensar por un momento acerca de nuestras propias vidas por los últimos 30 años para darnos cuenta de que es sencillamente inhumano e inaceptable todo lo que le siguen negando a Oscar al mantenerlo encerrado.

¿Cuántas veces hemos podido tocar y acariciar a nuestros hijos y nietos, secarles lágrimas de sus ojos cuando se pelaron las rodillas corriendo bicicleta, o hemos celebrado con ellos cuando sacaron buenas notas o su equipo ganó el juego que los llevamos a ver?

Pensemos las veces que despedimos el año con nuestros seres queridos, fuimos a la iglesia con nuestros vecinos, fuimos a una boda o a un bautismo, o besamos a nuestras esposas o esposos…

Sencillamente, la situación de Oscar es cruel e inhumana y no podemos seguir tolerando este abuso contra él.

En 1999 el Presidente Clinton entendió que su sentencia fue excesiva al delito por el que se le acusó. Si Oscar hubiese aceptado la oferta del Presidente para salir con condiciones de la cárcel ya estaría entre sus familiares y entre su pueblo. Pero en ese momento Oscar entendió que no podía aceptar la oferta mientras quedaran otros de sus compañeros en prisión.

Pero ya no cabe duda de que sea tiempo de traer a Oscar de regreso a su casa.

Por eso, quiero hacer un llamado a todo el pueblo generoso y noble de Puerto Rico a que nos unamos, como lo hicimos para lograr la paz para Vieques, como lo hacemos en momentos de tragedia, para hablar con una sola voz y exigir la excarcelación de Oscar López.

Es momento de trabajar para lograr que toda la sociedad civil de Puerto Rico, todas las organizaciones cívicas y religiosas, todos los cuerpos de gobierno se expresen claramente a favor de la excarcelación de Oscar.

Debemos estar todos pendientes a las indicaciones de los buenos amigos que dedican tantos esfuerzos en la campaña para lograr la excarcelación de Oscar para saber cómo y cuándo proceder.

Pero no tenemos que esperar para comenzar a hablarles acerca de este caso a nuestros amigos, vecinos, familiares y compañeros de trabajo y de organización, en nuestras iglesias, centros de trabajos y donde quiera que compartimos con otros boricuas, acerca de la necesidad de actuar para corregir esta injusticia que tanto hiere nuestra sensibilidad de pueblo. Sigo y seguiré comprometido con hacer todo lo que esté a mi alcance para colaborar con los esfuerzos para lograr su libertad.

Espero que todos los buenos puertorriqueños lo hagan también.



Fuentes:

El Periódico de la Nación Puertorriqueña
http://www.claridadpuertorico.com/generalcontent.html?gid=27
Publicado: martes, 24 de mayo de 2011
Por Luis V. Gutiérrez*/Especial para Claridad

Foto: National Boricua Human Rights Network
http://boricuahumanrights.org/free-oscar-lopez-rivera/

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