Nuestro Puerto Rico del Alma

Una vida no es fuerte sino cuando se ha consagrado a conquistar su ideal por sencillo que sea. Eugenio María de Hostos.

viernes, 6 de marzo de 2009

En Matalapuerca

Juan Bobo, 20 de enero de 1917


Cada vez nos convencemos mas de que eso de que gozamos de la libertad de palabra no es ni más ni menos que una de las innumerables paparruchas que hemos inventado desde tiempo inmemorial para entretenimiento de nuestras vanidosa credulidad. El derecho a expresar nuestros sentimientos podrá estar mas o menos curializado o tuberculizados, en los libros de leyes, pero no esta en las costumbres, que es precisamente donde tendría que estar para que fuera una realidad.

¿Qué a santo de que traigo esto a colación? Pues a santo del tristísimo espectáculo, que diariamente presentaríamos, de los rencores, odios, envenenadas suspicacias, repugnantes calumnias y satánicos relámpagos y truenos que, tanto abiertamente como anónimamente (mas de lo ultimo que de lo primero), le salen a uno al paso cada vez que tiene la mentecatez de querer cumplir la espinosa misión de impugnar palabras y actitudes publicas con las cuales ocurre que no esta uno conforme.

Sale Fulánez a la palestra y dice o hace algo encaminado a lograr tal o cual movimiento de opinión. Examina usted, com. o sin apasionamiento, lo dicho o actuado públicamente por Fulánez, y se resuelve a exponer sus ideas-atinadas o erróneas- en impugnación, total o parcial, de las Fulánez… y media hora después ya tiene usted a Fulánez y a los amigos de Fulánez levantados en armas y preparando atropelladamente un montón de piedras-injurias, reticencias y dicterios a toda orquesta- no para atacar y pulverizar las ideas, las opiniones, el criterio bueno o malo de usted, si no para atacarlo y pulverizarlo a usted, a su persona, a la desdichadísima individualidad privada de usted.

“Señor Fulánez- ha dicho usted- permítame decirle que su idea de usted me parece esto o aquello o lo mas allá. “Y acto seguido ve usted a Fulánez, o a los amigos de Fulánez, que se amotinan y se amontonan, erizados y torvos, para gritarle a usted, no que ha dicho usted un disparate, o una falsedad, sino que usted- la persona de usted-la persona de usted- no es otra cosa que un envidioso, un sinvergüenza, ladrón, asesino, borracho… y que se yo cuantas abominables perrerías mas, que, aun siendo ciertas todas ellas, nada prueban en contra de la idea de usted, ni tienen nada que ver con la idea de usted.

Y lo triste de todo esto es que somos todos o casi todos-chiquitos y grandes, sabios e ignorantes- los que día tras día fomentamos bárbaramente practicas tan impropias de un pueblo que presume de apto para la vida civilizada.

¿De que vale que pidamos y obtengamos libertades, si estamos todavía tan atrasados que no toleramos ni siquiera la mas primitiva, la mas elemental de todas, que es la de expresar nuestras ideas?

¿Estaremos condenados a ser perpetuamente niños, nenes barrigones y malhumorados que sufren escandalosas y epilépticas rabietas cada vez que se les pone un pero o se les hace una reflexión, por suave que sea?

¿Para que sirven los periódicos militantes en un país donde las gentes no han adquirido todavía la costumbre de la discusión y la aquilatación? ¿Cómo puede usted-querido señor vecino de Jayuya, de Ponce o de Gurabo-esperar de su periódico que sea sincero y le diga lo que piensa, y trate de orientarle en los asuntos públicos, en las cuestiones palpitantes, si usted se vuelve un basilisco y rabia patalea y se borra y le mienta la madre a la Redacción, cada vez que el pobre periódico, precisamente por ganarle a usted con honradez sus tacaños y condenados cincuenta centavos, dice algo que infortunadamente va a chocar con la idea o chifladura de su amigo, o caudillo, o santo de la devoción de usted? ¿En que país vivimos, Señor? ¿Es en Puerto Rico- bello jardín de America el ornato-, o en Matalapuerca?.. ¡Bendito sea Dios!

Por: Nemesio Canales


Fuente: Antologia de Nemesio R. Canales

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