La libertad de prensa merece el más profundo respeto, pero exige el cumplimiento de unas obligaciones mínimas de decencia. La libertad de prensa encuentra su justificación, no solo en las libertades de pensamiento y expresión, sino, además, en la necesidad vital que tiene la democracia de una opinión pública bien informada, que pueda formular sus propios juicios sobre la manera en que todos los organismos y personas cumplen con aquellas funciones que están investidas de un interés público. En la medida en que la libertad de prensa cumple una función educativa, hace posible que la ciudadanía bien informada gobierne a su propio gobierno. Esta libertad, que con tanto sacrificio alcanzaron la sociedad norteamericana y la nuestra, no puede existir para el enriquecimiento de unos poco, que puedan confundir su pasión por el beneficio propio con el servicio publico de la opinión, ya sea mediante la supresión de noticias o su publicación trunca o falseada, ya a través de editoriales y columnas de manifiesta parcialidad.
La libertad de prensa y la libertad académica existen para garantizar la posibilidad de buscar la verdad, la verdad que es savia vital de la Universidad y la democracia. Los que utilizan mal la libertad académica, traicionan la Universidad; y los que abusan de la libertad de prensa para el logro de sus fines mezquinos, traicionan la democracia.
Tomado de Universidad y Sociedad por Abrahán Díaz González
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario